Las implicaciones del coronavirus en el trabajo de desarrollo rural de We Effect

Ricardo Quiros ha tenido que cancelar todos sus viajes de seguimiento.

El nuevo coronavirus ha llegado a América Latina. Y con esto estamos viendo como nuestras operaciones serán afectadas. Para saber un poco más hemos hablado con algunas personas en la organización. Ricardo Quiros es nuestro coordinador regional de Sembrando Igualdad – el programa de desarrollo rural sostenible.

¿De qué manera está impactando la crisis del coronavirus en tu trabajo?

«Como equipo regional el trabajo se está volviendo muy difícil porque no podemos viajar, lo cual es parte importante del trabajo. Tener la visión del lugar donde se está trabajando, de los hechos. He tenido que cancelar por lo menos 3-4 viajes ya. De esa manera tenemos una limitación seria.

Creo que, si queremos ser una organización con pies en la tierra, vamos a tener que hacer cambios en nuestros programas y ajustes en el trabajo en los países. A corto plazo necesitamos revisar qué es lo que queremos en términos de resultados en nuestros proyectos. Y entender que no vamos a lograr cumplir con todas las metas. A mediano y largo plazo, debemos revisar nuestros enfoques de trabajo. Uno es el tema de emergencias y ayuda humanitaria. Cada vez que hay una crisis, hablamos del asunto, pero generalmente son muy localizadas, y queda ahí el tema. Ya hemos tenido solicitudes de orden humanitario, pero como organización no trabajamos ayuda humanitaria. Tenemos que decidir si seguimos dejando este tema en manos de otros, o si hacemos alianzas con otros expertos, o trabajarlo nosotros.»

¿Cuáles son tus mayores preocupaciones?

«Nunca hemos enfrentado una crisis de esta magnitud. No es cosa menor, no es un huracán, un terremoto, algo puntual. Es una cosa global, con impactos a nivel económico, de salud – temas bastante complejos.

Creo que la crisis va a incrementar el nivel de pobreza a nivel global, pero particularmente en América Latina. Las desigualdades también van a aumentar, van a ver otras condiciones. Probablemente afrontaremos una recesión económica global con efectos relevantes en la pobreza y la seguridad alimentaria de algunos países.

Otra cosa que me preocupa es la situación de inseguridad y violencia que existen como cotidianidad en nuestras sociedades. En coyunturas de crisis pueden emerger brutalmente estas expresiones. Probablemente los índices de violencia doméstica y feminicidios, la violencia y el abuso en situaciones de confinamiento, va a aumentar.

No podemos dejar de lado el crimen organizado, especialmente ahora que todo el mundo está mirando hacia otro lado. Me pregunto: ¿Qué hacen las personas que viven de la extorsión que ahora también se están quedando “sin trabajo”? Probablemente van a impactar en las personas más débiles, las que no pueden defenderse.

También los flujos migratorios continúan, solo que ahora no están en la agenda mediática.»

¿Cómo crees que la crisis afectará el trabajo en Desarrollo Rural?

«La ruralidad es muy diversa en cada país. Creo que hay factores a favor y otros en contra en la crisis actual. La baja densidad de población y aislamiento de las comunidades juega a favor en esta situación. Son espacios más abiertos, con menos gente. Las personas en los espacios rurales están más aisladas y hay poca interacción con el afuera. Pero la posibilidad de atención de servicios de salud es muy reducida, por las mimas razones. Las áreas rurales son las más dejadas de los servicios públicos, menos infraestructura sanitaria, agua, etc. Esto genera una gran vulnerabilidad. Probablemente si hay contagios, esa distancia va a ser un factor en contra en la hora de movilizarse para atención.

Sabemos que la gente que vive de la agricultura no puede esperar, no puede quedarse en casa si los cultivos y animales requieren atención. La gente no puede abandonar sus sistemas productivos porque caería en extrema pobreza si lo hacen. La lógica de los sistemas productivos no te permite ese tipo de cosas, hay que seguir en la producción para asegurar su sustento y sus ingresos.

Las apuestas que hemos tenido como programa por sistemas de producción alimentaria diversificados, se validan. Las familias campesinas e indígenas disponen de cierta cantidad de alimentos para afrontar la crisis actual y posiblemente la que se viene. En las ciudades ya se están presentando problemas de desabasto, pero en la ruralidad los y las productoras tienen algo de reservas para subsistir.

Ahora bien, en el caso de la gente más pobre, una cosa que vimos en el 2008, cuando tuvimos una crisis alimentaria, es que: si bien la gente produce granos básicos, generalmente los vende y se vuelven en compradores. Es decir, producen y venden barato, y después por necesidad tienen que comprar caro. Esa contradicción genera una gran vulnerabilidad. El precio del maíz ya subió, y hay más cosas que estarán subiendo. El incremento de precios genera más vulnerabilidad. Se prevé que podría haber una crisis alimentaria en algunos países de la región. Mantenerse en la producción será clave para muchas familias campesinas e indígenas, especialmente ahora que vienen las siembras de primera.

Otro elemento que debemos tomar en cuenta es que los mercados de los y las pequeñas agricultoras son los mercados locales, y por el momento hay restricciones al transporte de productos y a la apertura de espacios públicos lo que dificulta la comercialización y la generación de ingresos.  Por el momento habrá que ver cuánto tiempo se mantienen cerrados los mercados comunitarios y cuáles serían los efectos en la producción y el consumo, la seguridad alimentaria y la pobreza en el mundo rural. Todo esto es un desafío altísimo para las organizaciones en términos de poder responder a las necesidades de sus bases, no todas están preparadas para atender estas cosas, ni disponen de los medios para poder brindar un servicio a sus asociadas.

También vemos que las capacidades de incidencia política de las organizaciones sociales están muy limitadas por las restricciones a la movilización y aglomeración de personas, lo que puede resultar en abuso de poder por las autoridades, especialmente en países donde rige el toque de queda.»

¿Qué ofrece el cooperativismo en estos tiempos?

«El cooperativismo es importante. Yo sigo pensando que, si se promueve y se empiezan a forjar alianzas basadas en los valores cooperativos, es decir solidaridad, autogestión, ayuda mutua, podemos promover vínculos entre organizaciones de la ciudad y del campo. Hay mucha potencialidad para generar espacios de solidaridad ya que el campo tiene algo muy importante: tiene alimentos.

Podemos promover soluciones cooperativas basadas en relaciones de trueques e intercambios, que permitan a la gente del campo tener ingresos y a la gente de la ciudad accesar a alimentos a menor precio. Esto es relevante en un escenario de inseguridad alimentaria donde los intermediarios aprovecharían para especular con los precios. También debemos explorar posibilidades de fortalecer los mercados comunitarios.

La autogestión va a ser una bandera importante; que las comunidades se organicen para salir de esto. En esta coyuntura tenemos que pensar en cómo apoyamos la organización de la gente para cuidarse, acompañarse. Toma relevancia la promoción de iniciativas colectivas de cuidado en esta coyuntura.  Estos son tiempos para el auto cuidado y el cuidado de los demás.»

Por

Liinu Diaz Rämö