Nuevo informe: La fiebre de la soja enferma al Paraguay
Fecha
2018-06-25PARAGUAY. Nuevo informe de BASE – Investigaciones sociales muestra como la soja transgénica destinada a la exportación está invadiendo el Paraguay y cambiando al país. Los perdedores son los campesinos y los consumidores. Esta es la historia de un despojo.
San Juan, Puente Kyhá. El ojo humano se pierde en un mar verde. Los monocultivos de soja alrededor de esta pequeña localidad en el Este del Paraguay se extienden hasta el horizonte. El sol quema, y el vehículo levanta polvo rojo mientras recorre los típicos caminos de tierra de la región. Un desagradable olor a pesticidas irrita las mucosas mientras un tractor con una aspersora está fumigando con glifosato. Los grandes productores no pierden ni un centímetro. Sus plantaciones empiezan directamente al lado del camino, aunque por ley, las calles y los asentamientos deberían estar protegidos por barreras de árboles.
Actualmente se cultivan 3.2 millones de hectáreas de soja en Paraguay. La cosecha de 2017 promete un nuevo récord. Desde su ofi cina climatizada en Asunción, José Berea, presidente de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (CAPECO), luce contento. “No hubo sequía y muy pocas plagas”. En 2016, la exportación llenó los bolsillos de los barones de la soja con más de tres mil millones de dólares, prácticamente libres de impuestos. Recién en 2012 se implementó el impuesto a la Renta. Los exportadores agrícolas generan 1/4 del PIB, pero según cálculos del economista Víctor Raúl Benítez, solo pagan el 2 % de los ingresos fi scales del Estado.
La soja es un gran negocio que implicó una profunda transformación del campo paraguayo. El paso de un modelo de agricultura familiar al modelo agroexportador con elevada capitalización de las unidades productivas por mecanización y uso de transgénicos, no deja lugar para pequeños agricultores como Alcides Ruiz (33 años) de San Juan. La soja transgénica por sus altos costos, no es rentable en propriedades menores a 150 hectáreas. Muchos campesinos han cedido, vendieron sus tierras y se mudaron al “cinturón de pobreza” en los alrededores de la capital, el mismo afirma con determinación, su negación de salir de su territorio, “Yo no quiero lustrar zapatos en Asunción”, razón por el cual, se unió a la Federación Nacional Campesina (FNC), el núcleo de la resistencia pacífica.
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