«El futuro se está definiendo»

Anna Tibblin, la secretaria general de We Effect.

La crisis del coronavirus afecta a los y las campesinas del mundo y, como es costumbre, ataca más a las personas pobres. La pandemia agravará la difícil situación de millones de personas que ya están luchando por su supervivencia, escribe la Secretaria General de We Effect, Anna Tibblin

La pandemia del coronavirus ha llegado a todos los países donde trabaja We Effect. El número de personas infectadas continúa aumentando, al igual que las muertes. Se han cerrado las fronteras y se están cerrando comunidades enteras en un esfuerzo por reducir la propagación. La crisis es global y todos conocen los efectos. No menos los campesinos del mundo.

Recientemente, conversé con Elizabeth Kwagala, quien dirige la Federación de Agricultores de África Oriental, una organización que reúne a 20 millones de pequeños agricultores africanos. Elizabeth está ahora en casa con su familia en su finca en Uganda, donde cultiva bananas, entre otras cosas. Ella escribe:
“Nuestros miembros son fuertemente golpeados. El transporte público y otros transportes están prohibidos; se alienta a las personas a quedarse en casa. El número de personas infectadas aumenta cada día. Tengo pánico”.

Ever Guillén, Representante País de We Effect en Honduras, habla sobre enfrentamientos entre la policía y las personas que violan el toque de queda para poder vender verduras, entre otras cosas. Los mercados se han cerrado, mientras que muchos tienen que encontrar trabajo todos los días para poder comer.

Desde Zimbabwe, Göran Forssén, que dirige el trabajo de We Effect en el país, me informa que se ha introducido un toque de queda y que el ejército mantendrá el orden. Esta acción causó que muchos habitantes en las zonas urbanas tomaran los últimos autobuses, llenos de gente, para ir a la casa de familiares en el campo.

Muchos países han introducido leyes de excepción para combatir el virus. Pero la libertad de movimiento limitada no solo previene la infección. Esto también ha llevado a mayores amenazas contra los líderes campesinos perseguidos.
La misma semana que se introdujo una prohibición de viajar en Colombia, tres líderes locales fueron asesinados. Los asesinatos han sido condenados por movimientos campesinos y organizaciones de derechos humanos. Pero ni las demandas internacionales ni los pedidos nacionales de ayuda se escuchan a la sombra de la pandemia.

No podemos pasar por alto las consecuencias de la crisis del coronavirus, pero sabemos con certeza tres cosas.

  1. Son los que ya viven en pobreza y vulnerabilidad los que más sufrirán. No pueden permitirse el lujo de acaparar alimentos, carecen de márgenes y redes de seguridad estatales. Los efectos de la pandemia han dejado en claro las injusticias mundiales.
  2. La crisis es global, por lo que las soluciones también deben serlo. No podemos prevenir la infección cerrando países y esperando que los problemas desaparezcan. Ahora más que nunca, se requiere solidaridad global y cooperación transfronteriza.
  3. La crisis expone la vulnerabilidad en todas las comunidades, especialmente en términos de acceso seguro a los alimentos. Necesitamos aumentar el grado de autosuficiencia. Así creamos una mayor seguridad alimentaria para las personas en Suecia, pero también en Filipinas, Mozambique y Guatemala. El aumento de la autosuficiencia también contribuye a la reducción del hambre mundial, la reducción de la pobreza, el aumento de la justicia y el desarrollo sostenible.

El mundo que queremos después de la crisis se define por cómo actuamos aquí y ahora. El desastre del hambre en el sur de África, la persecución de los líderes campesinos en América Latina y otros desafíos difíciles persisten. La pandemia agravará la difícil situación de millones de personas que ya están en problemas.

No sabemos a dónde nos llevará la crisis del coronavirus; pero sabemos que el mundo cambiará. Mirando hacia atrás en el futuro, espero que podamos decir que fue para mejor.

Por

Anna Tibblin, traducido por Liinu Diaz Rämö