Tres escuelas con distintos enfoques, pero con la misma meta: El empoderamiento integral de las mujeres, la promoción de la no violencia, y la construcción del buen vivir. Las temáticas abordadas en este cierre son complejas y retadoras. Las y los participantes reflexionan y discuten sobre relaciones de poder, la construcción del buen vivir, la economía feminista. Juntos y juntas buscan encontrar soluciones a los problemas identificados.
“Estos espacios son muy importantes. Yo no soy la misma persona que cuando empecé. Esta experiencia me ha permitido romper el miedo y contar mi historia. A través de eso he podido sanar” nos cuenta Maria Rosario Barrera, quien ha participado en la escuela de mujeres los últimos 18 meses.
En este espacio participativo, donde todos y todas vienen con sus perspectivas, conocimientos y experiencias, se busca cómo sanar, pero también cómo recuperar y construir saberes, identidades y redes. Al final del día son tres escuelas hermanas que hablan de como solidarizarse, fortalecerse y apoyarse en sus futuros procesos. El cierre de las escuelas no es un término, es la apertura de nuevas redes, procesos y oportunidades. Este es un lugar donde realmente, y en conjunto, se está tejiendo el Buen Vivir.