Emiliana se deshace de sus miedos

Con el miedo y la violencia, los hombres en Bolivia mantienen a las mujeres bajo su control – y más de la mitad de la población boliviana piensa que así debe ser. Pero cuando Emiliana Lorocachi, de 30 años, denunció a su pareja a la Defensoría de la Mujer, y lo amenazó con separación, logró cambiar su situación.

«Tenía miedo. Miedo de salir, miedo de cometer errores, miedo de que alguien me hablara o me preguntara algo».

Así describe Emiliana Lorocachi su primer tiempo en la ciudad de Cochabamba, a la cual llegó sola del campo cuando tenía 16 años de edad. Casi inmediatamente conoció a su pareja, quedó embarazada y dio a luz a una hija a los 17 años.
«Muchos dijeron que éramos demasiado jóvenes. Tal vez era porque nadie me controlaba», dice Emiliana.

Control y miedo

El control y el miedo. Dos temas que corren como un hilo conductor a través de la historia de Emiliana, como una característica natural de la vida de una mujer. Y en Bolivia lo es. El país encabeza las estadísticas latinoamericanas en términos de feminicidios y violencia contra las mujeres. Sólo una de dos mujeres se siente segura, incluso en su propia casa. Siete de cada diez mujeres han estado expuestas a la violencia sexual. Cada tres mujeres se han casado antes de cumplir los 18 años.
«Durante toda mi infancia, vi a mi papá golpear a mi mamá. El solo se preocupaba de salir a tomar, y luego volvía a casa a pegar a mi mamá. A veces sus ojos estaban completamente tapados y verdes», dice Emiliana limpiando unas lágrimas de sus ojos.

Emiliana sabía lo que le esperaba cuando su pareja empezó a desaparecer a los bailes y volvía a casa con sus bolsillos vacíos. El dinero lo había gastado y los niños no tenían qué comer.
«Yo no tenía mi propio dinero y no teníamos nada que comer. De rabia salí a buscar un trabajo. No le dije nada a mi pareja, no quería que me negara un trabajo».

Un primer empleo

A través de la organización PLANE Emiliana consiguió un primer empleo y un ingreso propio. Emiliana empezó en un programa municipal que ofrece trabajo en parques y otros terrenos públicos. Cinco días a la semana ella limpia, riega y cuida el parque de la Laguna Alalay en Cochabamba.

Un trabajo y una economía propia impactaron la vida de Emiliana, y los cambios no se detuvieron allí. Emiliana se dirigió a la Defensoría de la Mujer, denunció a su pareja y le informó que quería separarse.

Dos veces en mi vida he dicho “basta”. La primera vez fue cuando me fui del campo y la casa de mis papás. La segunda vez cuando quería separarme de mi pareja. Las dos veces mi vida ha mejorado

La segunda y última oportunidad

El apoyo de la Defensoría resultó en que Emiliana y su pareja se reconciliaran, y que el comportamiento destructivo de él pudo ser detenido. Emiliana le dio una segunda oportunidad.
«Algo aprendió del incidente, porque sus salidas nocturnas terminaron. Ahora me ayuda en el hogar. ¡Hasta lo he visto limpiar y lavar!» dice Emiliana con una sonrisa grande.
«Él cuida a los niños y comparte su dinero. Hemos podido comprar un lote de tierra y construir nuestra propia casa», continúa Emiliana.

En comparación con muchas otras mujeres en Bolivia, Emiliana ha tenido suerte. Varias de sus compañeras de trabajo sufren violencia en sus relaciones, y son controladas por sus familiares o parejas. El 75% de las mujeres en Bolivia han sido víctimas de violencia doméstica alguna vez en sus vidas. La violencia está normalizada en la sociedad y se mantiene y legitima por los valores y comportamientos de la población. Según encuestas hechas por la organización Ciudadanía, el 57% de la población de Bolivia considera que es la responsabilidad de los hombres controlar el comportamiento de las mujeres. El control y la violencia generan miedo, y hacen de las mujeres bolivianas tímidas y sometidas.

Cursos dan nuevos conocimientos

Emiliana ha conseguido deshacerse de algunos de sus miedos. A través de la organización PLANE ha podido participar en cursos sobre los derechos humanos de la mujer, y ha asistido a una escuela de incidencia para mujeres. Los cursos le han dado nuevos conocimientos, una mayor autoestima y nuevas amistades. El centro infantil de PLANE ha sido indispensable para el desarrollo de Emiliana – mientras ella trabaja, sus hijos son cuidados y reciben comida ahí.

Cuando Emiliana mira hacia atrás y piensa en la tímida joven de 16 años que llegó a Cochabamba hace años, se da cuenta de que su recorrido ha sido más amplio que el viaje del campo a la ciudad. Emiliana ha conseguido poder sobre su propia vida.

«Ahora estoy feliz, estoy más tranquila. Estoy orgullosa de tener mi propio trabajo y de que tenemos un centro infantil»

Pero también sabe que todavía le quedan obstáculos por superar.

«El siguiente paso que me gustaría dar es hablar con las autoridades, porque no quiero más machismo en la sociedad, no quiero que mis amigas sufran de más violencia, ¡ya es suficiente!» dice Emiliana con una mirada fuerte y determinada.

Sobre PLANE:
PLANE, o Plan Nacional de Empleo Solidario, es una organización sin fines de lucro que representa a los y las trabajadoras asalariadas del Plan Nacional de Empleo Solidario con el objetivo de defender el acceso al trabajo de las mujeres y los hombres. A través de la cooperación con la municipalidad de Cochabamba, PLANE ofrece puestos de trabajo en cuidado y jardinería. PLANE también ofrece apoyo en forma de cursos. Con el apoyo de We Effect, PLANE ha iniciado centros infantiles en varios sectores de Cochabamba. Las actividades están abiertas a todos los niños del sector, pero están dirigidas específicamente a las mujeres de la organización, para que ellas puedan trabajar.