Las tormentas tropicales Amanda y Cristóbal dejan graves daños en medio de la pandemia

En la cooperativa 13 de enero se han organizado para ayudar a las poblaciones afectadas por las fuertes lluvias.

La temporada de lluvias y tormentas tropicales ha llegado a Centro América en medio de la pandemia de la COVID-19. Las personas que se ven más afectadas pertenecen a las poblaciones más vulnerables, con pocas posibilidades de hacer frente a una nueva crisis.

Las fuertes lluvias que han pasado por los países centroamericanos por la influencia de las tormentas Amanda y Cristóbal han finalizado. De Honduras, Guatemala y El Salvador se reportan deslaves, carreteras derrumbadas, cortes de agua y electricidad, viviendas destruidas e inundadas, además de pérdidas de vidas humanas. En El Salvador, el país más impactado, las tormentas han dejado por lo menos 30 personas fallecidas y más de 13.600 albergadas.

Los efectos de las tormentas también complican la precaria situación alimentaria en el país. Según Mario Guevara de ACUDESBAL, una organización contraparte de We Effect en el país, el daño en los cultivos de la población del Bajo Lempa es irreversible.

“En un primer sondeo que hemos realizado se ha podido constatar que existe un daño significativo en el cultivo de maíz. Muchas familias ya habían sembrado y como las parcelas tienen más de 6 días de estar inundadas por exceso de lluvias, estos cultivos ya se perdieron”.

Esta situación se da en medio de la pandemia de la COVID-19, la cual ha expuesto la gran vulnerabilidad de la mayoría de la población centroamericana. El Salvador lleva más de dos meses en cuarentena nacional, lo cual ha significado la suspensión de ingresos para la mayoría de la población.

Iris Perez es la presidenta de la Cooperativa 13 de Enero en La Libertad, parte de la Federación Salvadoreña de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FESCOVAM), otra de las contrapartes de We Effect en El Salvador. La cooperativa ha estado apoyando a las personas de La Libertad, que han sido afectadas por severas inundaciones.

“Hemos entregado ropa a familias de las comunidades aledañas y facilitado un albergue para diez personas en la casa comunal de la cooperativa. Son personas que lo han perdido todo, y es un esfuerzo que fue posible gracias a la solidaridad de personas e instituciones”.

Wilberto Rosales también forma parte de FESCOVAM.

“Estamos casi por llegar a los 80 días de cuarentena, y la ayuda hacia las personas desprotegidas ha sido un poco limitada. El sector cooperativo ha logrado donaciones hacia la población de las cooperativas del centro histórico y del interior, y apoyo a las poblaciones afectadas por las tormentas, pero no se ha logrado para todas las familias.”

Por

Liinu Diaz Rämö