“Yo me siento rica porque tengo mi propia tierra”

Doña Cecilia vende en el mercado campesino de Ixcán. Foto: Liinu Diaz Rämö
Doña Cecilia vende en el mercado campesino de Ixcán. Foto: Liinu Diaz Rämö
Cecilia Pérez Gómez es una mujer productora de Ixcán, Guatemala. En su parcela cultiva papaya, maíz, plátanos, soya y algunas hortalizas. También hace atol y pan, y tiene pollos criollos de engorde.

Hoy, doña Cecilia está participando en un mercado campesino. Aquí mujeres productoras de todo el municipio muestran y venden sus productos.

– El mercado está bien, aquí podemos mirar todas las cosas de las distintas aldeas del sector. Por ejemplo, vi una yuca que era tan grande, de esas ya no se ven en nuestra aldea, nos cuenta Cecilia con una alegre sonrisa.

Todos los productos que están a la venta son orgánicos, bajo la propuesta de la Agroecología, promovida por We Effect en la región de América Latina. Para Cecilia es algo necesario, porque muchos campesinos y campesinas ya se han acostumbrado a usar químicos. La agricultura basada en agrotóxicos se ha convertido en el modelo más extendido en Guatemala.

– Cuando yo crecí no había esas bombas de químicos, solo se usaba el machete. Todo era natural y la tierra nos daba de todo. Cuando nosotros huimos a México, durante el conflicto armado interno, los que se apropiaron de nuestras tierras empezaron a usar químicos. La tierra cambió y ahora ya no hay ni monte. Si queremos sobrevivir tenemos que respetar a la madre tierra, dice doña Cecilia con fuerza y sigue:

– La gente me dice que toda la vida estamos en pobreza, porque no usamos los químicos y el fertilizante. Pero yo me siento rica, porque tengo mi propio pedazo de tierra, y sola he logrado eso.

Cecilia ha luchado bastante para llegar a donde está hoy. Porque ser mujer y tener tierra propia no es nada común en América Latina. Aunque las mujeres la trabajan y defienden, ellas no la poseen. En Guatemala el 8 por ciento de las tierras está en manos de mujeres. Doña Cecilia no fue una excepción a estas cifras.

Durante el exilio en México ella se involucró en la organización de mujeres Mamá Maquin. Pero su compañero no estaba de acuerdo con el compromiso social de doña Cecilia.

– Cuando mi hijo era pequeño el papá le decía “la mujer no manda”. Él era celoso, me controlaba, y me pegaba. No quería que yo estuviera organizada, ni que tuviera tierra propia. Él decía que no era para las mujeres. Pero en la organización de mujeres aprendí mi valor, y supe defender mis derechos y así me salí de esa relación, nos cuenta Cecilia.

Doña Cecilia dejó a su esposo, se unió a una cooperativa de campesinos y campesinas y consiguió un lote y una casa. Luego compró su propia parcela para poder cultivar todo lo que necesitaba. Tener tierra propia es un gran logro para ella.

– Hoy me siento feliz. Tener tierra propia hace que soy más independiente. Tengo una economía propia, decido por mí misma, y por mi tierra. Nadie me puede decir “has esto” o “vende tu tierra” porque nadie decide por mí. Hoy mis hijas dicen que les he enseñado a defender sus derechos. Porque yo sola me defendí de mi esposo, dice doña Cecilia orgullosa.

Juana Sales Domingos y Catarina Morales Lopez de la cooperativa Madre Tierra. Foto: Jesper Klemedsson

We Effect promueve un desarrollo rural sostenible con enfoque en la Agricultura Campesina e Indígena

Conoce más
Juana Sales Domingos y Catarina Morales Lopez de la cooperativa Madre Tierra. Foto: Jesper Klemedsson