El albergue que no ofrece esperanza

Las compañeras de Afedes han apoyado a los albergues desde la erupción del Volcán de Fuego. Foto: Liinu Diaz Rämö
Las compañeras de Afedes han apoyado a los albergues desde la erupción del Volcán de Fuego. Foto: Liinu Diaz Rämö
Un mes después de la gran erupción volcánica en Guatemala poco ha sucedido en cuanto a las víctimas. Miles de personas continúan viviendo en espacios pequeños y sobrepoblados en los albergues establecidos por las autoridades. We Effect visitó un albergue en la ciudad de Escuintla, cerca del volcán.

La escuela que sirve como refugio temporal para más de 700 personas es caliente y húmeda. Montañas de ropas donadas llenan los pasillos y sirven como lugar de descanso para algunas personas. Las pequeñas salas de la escuela se han convertido en dormitorios públicos – una docena de familias comparten cada pequeño espacio que se les ha otorgado. Aquí hay niñas y niños, adolescentes, personas adultas y ancianas. La persona residente más joven tiene solo cuatro días y se encuentra durmiendo sobre una manta en el piso.
Aquí no hay silencio. No hay tranquilidad. No hay ningún lugar para escapar.

– Aquí la luz está encendida durante toda la noche. Es difícil dormir. También hay muchos mosquitos que pican a los niños. Luego se enferman, nos cuenta una de las residentes en el aula de la escuela.

Las personas que han encontrado refugio aquí provienen de diferentes pueblos en las faldas del Volcán de Fuego, el volcán activo que tuvo una erupción devastadora hace un mes. Las cifras demuestran la magnitud de la tragedia: 113 personas fallecidas, más de 330 desaparecidas, casi 13.000 personas fueron evacuadas y alrededor de 4.000 siguen albergadas en diferentes escuelas y salas comunales de las ciudades cercanas.

En este albergue residen personas de pueblos como Trinidad, La Reina y El Rodeo. Algunas personas provienen de Los Lotes, la aldea enterrada bajo la ceniza del volcán. Varias personas aquí han perdido todo: sus hogares, sus pertenencias y, en muchos casos, sus familias.

– Los que se vieron afectados por la erupción volcánica son personas que ya vivían en pobreza, la mayoría de ellos fueron desplazados durante el conflicto armado interno y han vivido con mucho desarraigo. Por generaciones ha sucedido lo mismo. Están en un lugar y luego tienen que marcharse, dice Sandra Xinico.
Este día Sandra está entregando ropa y artículos de higiene personal a las mujeres del refugio. A través de AFEDES, que es parte de la organización contraparte de We Effect Sector de Mujeres, Sandra ha estado apoyando a los esfuerzos de ayuda desde la erupción el 3 de junio. Sandra continúa:

– La ayuda aquí no tiene una perspectiva de género, ni una perspectiva cultural. La gente está desarraigada, está traumatizada y recibe poca ayuda para procesar lo que ha pasado. Esta tragedia afectará a la pobreza del país, creo que se convertirá en algo aún más complicado.

Un recorrido por el albergue ofrece todo menos esperanza

En el albergue la gente trata de continuar su vida diaria, pero hay pocas posibilidades de normalidad. Distintas ONG hacen todo lo posible para activar a los niños del albergue sobrepoblado. Los fines de semana reciben visitas de payasos. Los 263 niños que tuvieron que interrumpir su año escolar son los más vulnerables. Al menos un intento de violación de niños se ha reportado en uno de los refugios oficiales. Las autoridades han repartido materiales sobre el abuso sexual y la trata de personas.
La gente vive en miseria y las profundas heridas espirituales que llevan probablemente nunca sanarán.

Hasta ahora muchas personas han regresado a sus casas en las faldas del volcán para no estar en los albergues. Viven diariamente con los riesgos de nuevas erupciones volcánicas.

Todavía no se ve una solución a largo plazo

– Más allá viene una situación realmente difícil. Todo esto va a perder la atención. Entonces, cuando las noticias dejen de informar sobre todo lo que sucede y los ojos del mundo se alejen de nosotros. ¿Qué pasará entonces? se pregunta Sandra Xinico.

– Las autoridades han anunciado que se construirá un gran refugio para 600 personas de algunas de las aldeas afectadas. Pero no es una solución a largo plazo. La gente necesita acceso a la tierra, construir viviendas dignas y seguras y cultivar su milpa y otros cultivos, dice Milvian Aspuac, también de AFEDES. Milvian termina con un llamado a la comunidad internacional:

– Estén atentos a que no se nos estén violando nuestros derechos humanos. Aquí la gente va a quedar abandonada. Necesitamos su ayuda, para no quedarnos en el olvido.